Empatía y escucha activa

La empatía es una de las competencias más importantes en inteligencia emocional. Consiste en la capacidad de ser sensibles y experimentar indirectamente los pensamientos y emociones de los demás. Se trata de entender a una persona desde su punto de vista en vez del propio.

Ser empáticos no supone necesariamente compartir las mismas opiniones, argumentos o interpretaciones de las situaciones de la otra persona. Tampoco justificamos sus reacciones emocionales o sus comportamiento.  Ni siquiera implica en si misma la motivación de ceder o ser de ayuda.

Pero indudablemente la empatía nos mueve hacia la colaboración, el entendimiento mutuo y es establecimiento de vínculos profundos. Se nutre y a la vez refuerza una visión del otro como un ser, digno y válido, igual que yo. Como un ser con fortalezas y dificultades, igual que yo. La empatía precisa de reconocer,comprender y respetar al ponernos en el lugar del otro.

¿Cómo funciona la empatía?

Sintonía y conexión por empatía

¿Has probado alguna vez a cantar? Tengamos más o menos oido, más practica o técnica, todos tendemos a desafinar más cuando cantamos cerca de alguien que desafina. Cuando lo hacemos con alguien que está seguro en el tono conseguimos entonar mucho mejor.

La practica de la empatía funciona igual. Cuando compartimos con alguien que está consciente de sus sentimientos y atiende a los nuestros, sintonizarse es mucho más fácil. Para dar empatía necesitamos empatía. Por eso es tan importante que, incluso cuándo eres tú quien está necesitando comprensión o apoyo, te mantengas en la actitud de atención a los sentimientos, necesidades y pensamientos. Atiende no solo a los tuyos, sino también a los del otro.  Es la única manera de favorecer una comunicación  auténtica, útil y respetuosa. Es el mejor modo de conseguir lo que necesitas, o al menos saber que tú hiciste lo posible.

Cuando nos sentimos incapaces de ofrecer empatía a pesar de nuestros esfuerzos o estamos poco dispuestos a hacerlo es posible que estemos demasiado faltos de empatía como para poder brindársela a los demás.

La escucha empática

¿Cuántas veces has tenido la sensación de que la otra persona te “permite hablar”, pero no te está escuchando? Quizas hayas sentido la sensación de que no “entra” en lo que dices, si no que “se mantiene” en su postura, en contraargumentar o en lo que va a decir después. Aún aunque te responda aparentemente a lo que has expresado, puede que sientas que está totalmente desconectado de ti. Esto lo hacemos todos sin darnos cuenta.

La escucha empática, la comprensión respetuosa,  sólo se da cuando hemos sabido desprendernos de todas las ideas preconcebidas y los argumentos. Aparcamos por un momento nuestros sentimientos  y nuestros pensamientos, vaciamos nuestra mente. Escuchamos entonces con todo nuestro ser los pensamientos y las emociones del otro. Damos el tiempo que necesitan para expresarse plenamente y sentirse comprendidos antes de centrarnos en cualquier acción (buscar soluciones, consolar, satisfacer o rehusar  peticiones).

La comunicación inicial  es más escueta. Suele tener debajo un cúmulo de sentimientos relacionados que aún no se han expresado. Podemos ayudar al proceso transmitiendo nuestra empatía, comunicándole lo que estamos entendiendo.  Facilitamos su proceso de expresión y reflexión.  De este modo también confirmamos si lo que estamos percibiendo es lo correcto. Podemos preguntar aquello que aún no vemos claro en sus motivaciones, en sus pensamientos y sentimientos. Queremos entender su punto de partida antes de saber a dónde podemos llegar juntos .

  • No he entendido bien cuál es el problema. ¿Quieres explicármelo?
  • ¿Te sientes enfadado entonces?
  • Comprendo que te sientas así.

Pongamos la intención de respetar su ritmo y cuidar su intimidad. Si desviamos la atención a lo que nos piden o a nuestro deseo de expresar lo que pensamos o sentimos nosotros podríamos interrumpir ese proceso. Cuidado con ciertas reacciones automáticas cómo aconsejar, consolar o explicar. Quizás no es lo que la otra persona necesita. Podemos preguntar o pedir permiso antes de pedir más información, tranquilizar u ofrecer consejo. Cuidamos  siempre el tono, las personas son sensibles al más mínimo matiz de crítica, sarcasmo o condescendencia.

  • ¿Te gustaría saber mi opinión?
  • ¿Puedo ofrecerte un consejo?
  • ¿Podría hacerte una pregunta sobre esto que me estás contando?
  • ¿Me permites decir algo para intentar aliviarte?

Sabremos que la persona ha recibido la  empatía necesaria cuando percibimos que la tensión se libera o cuando se produce un silencio.

Como decía Carl Rogers, “Alguien te  escucha realmente cuando no trata de responsabilizarse de ti ni querer cambiarte”.

La empatía y la capacidad de escucha es un componente fundamental en la mejora de las relaciones personales, en la resolución de conflictos y por tanto en el desarrollo personal.

En Centro el árbol, en Granada, entrenamos esta habilidad en sesiones individuales y talleres grupales.

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