Practicas para el desarrollo de la autoestima

 La verdadera autoestima no es una noción teórica que puedes “aprender” una vez y ya la tienes para siempre. La autoestima supone una práctica constante y perseverancia en el modo de actuar. Nathaniel Bramden nos propone 6 pilares para el desarrollo de la autoestima. En este artículo profundizaremos en los dos primeros principios: la consciencia y la aceptación. A continuación te proponemos prácticas para mejorar la autoestima. ¡Toma nota!

Prácticas para el desarrollo de la autoestima

El ejercicio de la autoestima: Voluntad

Al igual que el ejercicio físico, el desarrollo de autoestima supone al principio un esfuerzo. Notamos debilidad, falta de flexibilidad, ahogo e incluso dolor. Aún así, si queremos estar en forma, disminuir el dolor y otros riesgos para la salud, buscamos la ocasión para ejercitarnos. Con la práctica  la sensación de vitalidad, de fuerza, de relajación aumenta y desplaza a las sensaciones negativas. Hacer deporte se vuelve un placer, una liberación y una necesidad.

La autoestima es una manera de comportarse que se transforma en una manera de ser. Y al contrario, una autoestima que en principio estaba sana, ejercitada, y ha sido maltratada sistemáticamente durante un periodo, puede verse gravemente dañada.

Nathaniel Bramden identificó otros factores que influyen en el desarrollo de la autoestima y a los que debemos atender en el trabajo terapéutico:

  • La cantidad de energía, la resistencia, la disposición a gozar la vida.
  • La predisposición a sentir ansiedad, tristeza o frustración.
  • Los bloqueos de la consciencia (el inconsciente)
  • El entorno puede apoyar o estimular la afirmación sana de la consciencia , o puede oponerse a ella y socavarla.

La práctica de vivir conscientemente

“La autoestima es la reputación que llegamos a tener para con nosotros mismos”

La autoestima no consiste en actuar siempre de modo impecable. Consiste en la intención más honesta de ser conscientes (al máximo de nuestras capacidades, sean cuales sean éstas).

Nos hacemos conscientes de nuestras acciones, propósitos y valores. Atendemos a nuestro mundo interior  (necesidades, deseos, emociones y pensamientos)  y a los hechos de la realidad. Nos comportarnos de acuerdo a lo que vemos y conocemos. Cuando vivimos de forma consciente no confundimos lo subjetivo con lo objetivo.

Vivir de manera consciente supone una mente activa en vez de pasiva. No es necesario obsesionarse con pensamientos repetitivos y circulares. Basta una actitud abierta y un compromiso en aprender continuamente. Implica perseverar  en el intento de comprender a pesar de las dificultades.

  • Interesarme por conocerme y comprenderme: mis necesidades, sentimientos, aspiraciones , motivos. Ser consciente de los valores que me mueven y de su raiz.
  • Preocuparme por distinguir los hechos de las interpretaciones y de las emociones.
  • Salir al encuentro de los hechos importantes en vez de rehuirlos. Percibir y enfrentarme a mis impulsos de evitar o negar las realidades dolorosas o amenazantes.
  • Interesarme por conocer “dónde estoy” en relación a mis metas y proyectos. Si estoy triunfando o fracasando. Interesarme por saber si mis acciones están en sintonía con mis propósitos. Estar dispuesto a adaptar o corregir mi camino y escuchar la retroalimentación del entorno.
  • Ser empático: Interesarme por comprender el mundo y las personas que me rodean.

La práctica de la aceptación del sí mismo

La aceptación es probablemente el aprendizaje más sutil en el proceso de psicoterapia. Implica a la vez procesos emocionales y racionales, incluso corporales.

La intención de consciencia y el deseo de crecer (en el sentido más honesto de la palabra) nos ayuda a confiar en  el valor de nuestra esencia. No existe crecimiento si no existe un punto de partida, una raiz. Para proteger esa raiz necesito que cese la lucha, la crítica, la culpa. No puedo crecer según el patrón de otro, primero debo aprender a ser yo mismo. Para ello debo darme el permiso de serlo. Debo superar la relación continua de confrontación conmigo mismo. Quiero estar de mi lado. Es una acto de afirmación, valoración y compromiso conmigo mismo previo a la autoestima, previo a el análisis racional y moral.

Cuando me permito ser yo mismo puedo experimentar mis pensamientos, mis sentimientos y mis acciones. Sólo cuando experimento plenamente soy capaz de prescindir de aquello que es negativo para mi.

La aceptación nos lleva a la comprensión, a ser amigo de nosotros mismos. Al conocernos sin cesuras, comprendemos por qué deseamos o hacemos algo que es inadecuado. Esta actitud de aceptación y autoempatía no fomenta la conducta inadecuada, sino que reduce la probabilidad de que  acontezca.  No se trata de disculpar o justificar, se trata de entender.

Con la lectura de este artículo y los enlaces que contiene dispones de todos los conceptos necesarios para trabajar sobre la fase 1 del Desarrollo de la autoestima: la Toma de Consciencia y la Aceptación del Sí mismo. El mejor modo de profundizar y llevarlo a la práctica es disponer de un acompañamiento profesional a través de sesiones privadas o seminarios grupales.

Te invitamos a comenzar con la lectura del material relacionado con la fase 2: Comunicación y Crecimiento Personal.